Historias

Familia Madrid

Me avergonzaba la casa en la que vivíamos. Cuando nos mudamos, la casa tenía 5 etiquetas rojas, no tenía contador de gas ni fosa séptica. Vivimos allí dos semanas sin frigorífico y tres meses sin agua caliente. La casa tenía dos dormitorios, un sótano sin terminar y no tenía calefacción central. Aún me pregunto cómo sobrevivimos viviendo allí 6 años. Era inseguro para mis hijos... pero el alquiler sólo costaba 350 dólares al mes. 

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Es difícil describir cómo era vivir en aquella triste casita. Durante un tiempo, tuvimos que soportar aguas residuales estancadas en el patio trasero. En invierno, las tuberías se congelaban y hacía tanto frío que mi champú se congelaba literalmente. En las noches frías, subíamos a los cinco niños al piso de arriba para mantenernos calientes, acurrucados en el suelo del salón. El techo tenía goteras, el suelo era inestable y siempre estábamos luchando para que no entraran los ratones. Me decía a mí misma que teníamos suerte de tener un techo y que algún día sería mejor. Y tenía razón.

Nunca olvidaré la primera reunión a la que asistí en la oficina de Hábitat. John y yo tomamos notas y nuestros corazones se llenaron de esperanza. En ese momento supimos que nuestras vidas estaban a punto de cambiar.

Empezamos a construir nuestra casa de Hábitat en abril de 1998. Yo trabajaba en la construcción de nuestra casa durante la semana, y los fines de semana me acompañaban mi marido John y nuestro hijo mayor, Justin. Nos encantaba poder enseñar a nuestros hijos cómo se pueden conseguir cosas con trabajo duro, así como cuánta gente generosa hay en el mundo dispuesta a ayudar.

Un lugar decente donde vivir: eso es lo que Habitat te dice que vas a conseguir. No te dicen que también vas a conseguir una sensación de seguridad... y un sentimiento indescriptible. El16 de julio de 1999 fue el primer día que tuve esa sensación. Fue el día en que nos mudamos a nuestra nueva casa. Es una casa preciosa con cuatro dormitorios, dos cuartos de baño, un patio vallado y la cocina más cálida en la que he estado nunca. Cuando llego a casa del trabajo y abro la cerradura con la llave, me siento tan bien como el día en que corté el gran lazo rojo de la puerta principal y entré.

Llevamos 17 años viviendo en nuestra casa, llena de recuerdos maravillosos. Hemos criado a cinco hijos en esta casa - y cada uno de ellos se ha graduado. Tres de nuestros hijos se han casado, y hemos sido bendecidos con 7 nietos que llenan nuestra casa con aún más amor cada vez que nos visitan.

Cuando me preguntan qué es lo que más aprecio de Hábitat para la Humanidad, diría que es que no sólo construyeron una casa - construyeron un lugar que nos da a mi familia y a mí esos sentimientos que no se pueden describir... seguridad y un sentido de autoestima. Nuestra casa Hábitat ha servido como cimiento para todos - fue el comienzo de toda una nueva era para nuestra familia. Gracias.
-Penny & John Madrid